MADRID — Jaime Colsa es el dueño de una empresa de transportes que entrega productos comunes y corrientes a los consumidores: sus computadoras, bebidas, alimentos. Así que el contenido de sus camiones no llama la atención. Pero los vehículos sí que destacan, ya que están adornados con pinturas de rostros caricaturescos, perros, patrones geométricos de colores brillantes, espirales y paisajes.
Esos camiones, que cruzan España de ida y vuelta, fueron pintados por artistas para el Truck Art Project, o Proyecto de Arte en Camiones. Financiado por Colsa, en cierta medida busca que el arte callejero vuelva a sus raíces.
“Gracias a personas como Banksy, este tipo de arte ha logrado colarse a las galerías”, dijo recientemente Colsa, de 45 años. “Pero creo que sería interesante y desafiante hacer lo contrario: sacar a los artistas de las galerías o los museos y llevarlos de vuelta a la calle”.
La mayoría de quienes intervinieron los camiones de Colsa son españoles y comenzaron como artistas callejeros (aunque también han montado exposiciones en galerías y museos importantes).
Abraham Lacalle, cuyo trabajo se ha presentado en el Museo Reina Sofía de Madrid, realizó una pintura que llamó Explosión, inspirada en los pensamientos de lo que podría pasar a la mercancía que el vehículo lleva dentro.
Sin embargo, dos años después de haber terminado su pintura, Lacalle comentó en una entrevista telefónica que era difícil ver la manera en que los camiones y las camionetas se habían asociado de manera reciente con el terrorismo, después de los ataques en Niza, Berlín, Londres y, a mediados de agosto, Barcelona.
“Pinté con un poco de sentido del humor; me imaginé qué podría pasar al contenido de un camión en movimiento”, explicó. “En ese entonces, nadie pensaba en los camiones como herramientas del terrorismo, así que un trabajo que tenía la intención de ser divertido ahora parece muy provocador sin quererlo”.
El camión que se convirtió más recientemente en obra fue el pintado por Nuria Mora, cuyo arte callejero se ha incluido en una muestra de la Tate Modern en Londres. Su camión lleva una abstracción geométrica de colores brillantes que describió como “un juego de equilibrio y tensión”.
El proyecto de los camiones nació en 2013, cuando Colsa encargó a un artista, Okuda San Miguel, que pintara un mural en una bodega en las afueras de Madrid para su empresa, Palibex. Cuando terminó, Colsa dijo a San Miguel que “era una verdadera pena tener ese gran trabajo en una bodega que muy pocas personas podrían ver”.
De ahí nació el cuestionamiento acerca de si la pintura se podría hacer sobre un vehículo en lugar de un muro. Hasta el momento, Colsa ha invertido cerca de 300.000 euros (unos 327.000 dólares) en el proyecto de los camiones, el cual supervisan dos curadores, Fer Francés y Óscar Sanz.
De alguna manera, comentó Sanz, el proyecto era “un guiño a lo que estaba pasando hace 30 años”, cuando los artistas decoraban “los trenes y los camiones de Nueva York”. Algunos de esos artistas se han consolidado y también se han acostumbrado más a pintar en áreas más grandes, como murales en edificios. Sin embargo, pintar un camión es diferente.
“El movimiento hace que la pintura sea como una visión fugaz”, señaló Sanz. Agregó que, debido a que muchos de los artistas que fueron escogidos solían hacer grafiti en camiones o vagones del metro (o tenían colegas que lo hacían), “disfrutaron el desafío de volver al lugar donde empezó su arte”.
Al principio, aseguró Colsa, había una respuesta variada, tanto de parte de sus choferes como de algunos de sus clientes. Recordó que un chofer se quejó con la gerencia porque creía que su camión había sido vandalizado y salpicado de una “pintura horrible”. No obstante, las actitudes han cambiado.
Algunos de los camioneros “no podían entender qué tipo de idioteces habían pintado en sus camiones”, señaló Colsa. “Pero ahora ven que la gente realmente los ve pasar y suelen tomar fotografías de los camiones, así que están encantados”.
A medida que ha crecido el proyecto, más artistas se han sentido atraídos por este, al punto que ahora Colsa tiene una lista de espera de artistas. A muchos de estos les llamó la atención el proyecto porque les interesa la interacción inusual que se da entre el arte y los espectadores.
De nuevo, depende del movimiento. “Las pinturas generan una experiencia muy diferente según el lugar de donde se vean”, explicó Colsa. “El espectador normalmente se mueve para ver las piezas de arte, mientras que nosotros estamos llevando el arte al espectador de una manera muy inesperada”.
Los artistas pueden pintar lo que quieran y también pueden escoger entre los modelos que hay en la flotilla de camiones de Colsa. “Algunos artistas prefieren los camiones pequeños, en especial si trabajan con brochas y oleo”, explicó, “mientras que hay otros que piden específicamente trabajar en los camiones más grandes y que viajan distancia mayores, también porque quieren imaginarse cómo reaccionarán otros choferes al momento de rebasar al camión en la autopista”.
Sanz, uno de los curadores, dijo que le interesaba reproducir el proyecto en el extranjero, posiblemente en Estados Unidos y México.
En junio, Colsa retiró los primeros dos camiones que se habían pintado como parte de su proyecto, entre ellos el de San Miguel, por el deterioro que habían sufrido las pinturas. Aunque señaló que la pieza de arte más reciente durará más tiempo porque los artistas están usando un revestimiento más fuerte para proteger sus pinturas.
“Deberían durar entre 10 y 12 años sin necesidad de repintarlas, pero no lo harán para siempre”, dijo. “Este tipo de trabajo debe nacer, pero también debe morir en algún momento”.
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